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Marcas de nacimiento en los recién nacidos

Marcas de nacimiento en los recién nacidos

Existen marcas de nacimiento en la piel de los recién nacidos que se consideran normales. Las podemos ver como hematomas o marcas en la cara y el cuero cabelludo que son consecuencia de las contracciones uterinas que presionan al feto contra las estructuras pélvicas o por emplear fórceps.

Otras marcas de nacimiento que podemos evidenciar son moretones en las piernas y los pies del recién nacido luego de un parto de nalgas. Estas desaparecen en unos pocos días.

Pueden aparecer marcas de nacimiento rosadas causadas por capilares dilatados debajo de la piel en la frente, justo por encima de la nariz, en los párpados superiores o en la parte posterior del cuello (donde se llaman picaduras de cigüeña). Este tipo de marca de nacimiento se desvanece a medida que el bebé crece, pero a veces permanece como una marca débil que se vuelve más brillante cuando el bebé se exalta o molesta.

Marcas de nacimiento más comunes

Marcas de nacimiento en los recién nacidos
  • Las milias: Son quistes pequeños, casi diminutos, son de color blanco perlado que podemos observar sobre la nariz y las mejillas. Son causados ​​por los conductos de las glándulas sudoríparas obstruidas.
  • Los quistes blancos o amarillentos: Pueden estar en las encías o en el centro del paladar de la boca (llamadas perlas de Epstein). No requieren tratamiento y desaparecen en 1 o 2 semanas.
  • Las manchas de Mongolia: Son áreas planas de color gris azulado que ocurren sobre la parte inferior de la espalda o las nalgas. En su mayoría, ocurren en recién nacidos de tez oscura o asiáticos, se hacen menos notables con la edad y no requieren tratamiento.
  • Los hemangiomas de la infancia: También llamados hemangiomas de fresa son marcas de nacimiento muy comunes. Causan que la piel se vuelva roja brillante o azulada y puede aparecer en cualquier parte de la piel, generalmente en la cabeza y el cuello. Se desarrollan poco después del nacimiento y tienden a crecer rápidamente durante el primer año de vida. Después de 12 a 18 meses, los hemangiomas se reducen y se vuelven más débiles, de modo que cuando el niño alcanza la edad escolar, la mayoría ya no son visibles.
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